Rey González/CP
Ángel Rivas Lugo salió de Venezuela desde hace cinco meses, en compañía de un niño de tres años y su esposa embarazada de dos meses. Es oriundo de Maracaibo, ciudad frontera con Colombia. Junto a su familia emprendieron el viaje de aquel país debido a la situación económica y por la escasez de alimentos.
El migrante explica que en Venezuela no hay escuelas ni médicos, se gana en promedio treinta dólares, es decir, 1043.95 bolívares o 538 pesos mexicanos, cantidad que no alcanza para una sola persona, menos para una familia. Antes fue administrador de un bar muy popular en su ciudad.
Al comenzar la escasez de alimentos su familia padeció de esta problemática y comenzó el tráfico de víveres en aquel paí; a pesar que los productos subieron de precio, podía alimentar a su esposa e hijo.
Los riesgos que su familia vivió por su caminar en siete países han sido mortales “tomas la decisión de vivir o morir, la selva del Darién es terrible”, relató.
Fueron tres días los que tardaron en atravesar la selva, siendo vulnerables a picaduras de insectos y mosquitos que transmiten la malaria o el dengue. Además, la región se ha convertido en un sitio de grupos delictivos que son conocidos por cometer abusos sexuales, robos, trata y violencia.
Rivas Lugo recuerda que le tocó cruzar junto a su familia el río turquesa mientras estaba crecido, pero la fuerza de la corriente los arrastró por varios metros, fue gracias a que chocaron contra piedra que lograron salir vivos, sin embargo, perdieron ropa, celulares y pañales para su pequeño hijo.
Ángel y su familia tienen casi un mes de estar en Tuxtla, su esposa tiene siete meses de embarazo, la meta es llegar a los Estados Unidos, objetivo complejo ya que no tienen recursos para moverse.